El cyclamen persicum, conocido también como violeta persa o violeta de los Alpes, es una planta de tubérculo muy apreciada durante el invierno, ya que es una de las pocas capaces de florecer en los meses más fríos. Estas plantas son muy populares por sus flores de colores intensos, perfectas para la decoración de interiores y jardines. La flor del ciclamen es muy elegante y se erige sobre unos tallos finos, creando un contraste sorprendente con sus hojas veteadas en forma de corazón, de color verde intenso. Sin embargo, no te dejes engañar por las apariencias, el ciclamen es una planta pequeña de aspecto delicado, ¡pero muy resistente al frío! Interflora te descubre las características y la historia del ciclamen, así como las claves para su cultivo.
Historia y simbología del ciclamen
La palabra ciclamen proviene del griego «kuklos», que significa «círculo», en referencia al tubérculo de la planta.
En la Antigüedad, el ciclamen era famoso por sus virtudes terapéuticas y «purgativas«. Ya en el siglo III a. J.-C., Teofrasto explicaba que el ciclamen se usaba en pócimas afrodisíacas que supuestamente agudizaban el amor y la sensualidad.
La planta del ciclamen se empezó a cultivar en Inglaterra en el siglo XVI, aunque fue abandonada paulatinamente. En el siglo XIX, el movimiento romántico volvió a poner esta planta de moda.
La flor de ciclamen simboliza el afecto sincero, profundo y duradero. Por ser plantas resistentes al frío, la flor del ciclamen se utiliza a menudo para adornar los cementerios, especialmente en el día de Todos los Santos. También se dice que, colocado en el alféizar de la ventana de un dormitorio matrimonial, ¡ciclamen colabora a mantener la felicidad de la pareja!
Las características del ciclamen
El ciclamen pertenece a la familia de las plantas Primuláceas. Su especie más común es el cyclamen persicum, originario de Oriente Medio, Túnez, Grecia y del Mediterráneo. A pesar de su origen, el ciclamen es una planta de invierno que florece a finales de año. Hay una veintena de especies de ciclamen en estado salvaje, pero su hibridación ha dado lugar a plantas de colores y dimensiones muy diferentes. Los tonos de la flor del ciclamen van desde el blanco al rojo, pasando por el malva, el morado o el rosa. Las hay con pétalos multicolor, de rayas o con bordes blancos y algunas variedades hacen gala de un perfume divino. Sin embargo, antes de plantarla tienes que saber que el ciclamen es una planta tóxica. Sus tubérculos contienen ciclamina, cuya ingestión puede provocar náuseas y vómitos, e incluso parálisis muscular. Ten cuidado si tienes niños o mascotas en casa.
La floración de una planta resistente al frío
El ciclamen es una planta muy resistente al frío. Según su especie, la planta del ciclamen puede resistir a temperaturas negativas situadas entre los 10º y los 20º C bajo cero. Además, se adapta muy bien a interiores y a exteriores. En maceta, esta planta florida estará muy a gusto en un interior luminoso, aunque lejos de los rayos directos del sol. Si la quieres plantar en tu jardín, hazlo en un lugar ligeramente sombreado.
Algunas variedades de ciclamen florecen en primavera y en invierno, mientras que otras lo hacen en verano y otoño.
Tipos de ciclamen con floración en primavera e invierno
- El ciclamen persicum: tiene preciosas flores rosas y su altura es de entre 5 y 15 cm.
- El ciclamen de Cos o ciclamen coum: posee flores de color rosa y alcanza una altura de entre 10 et 15 cm.
Tipos de ciclamen con floración en verano y otoño
- El cyclamen hederifolium o ciclamen de Nápoles : sus flores también son rosas, con hojas que no se caen en invierno. La altura de la planta se sitúa 5 y 15 cm.
- El cyclamen cilicium o ciclamen de Cilicie : forma parte de las variedades más perfumadas. Sus flores son rosa claro y la altura de la planta es de entre 5 y 15 cm.
Cuidados del ciclamen, una planta generosa
El ciclamen tiene la reputación de ser difícil de mantener. Sin embargo, una vez que conoces sus particularidades, esta planta no es tan exigente. ¡Sigue estos consejos sobre cuidados del ciclamen y verás!:
Ubicación para el ciclamen
El ciclamen crece bien en macetas, jardineras y en el suelo, tanto en interiores como en exteriores. En exterior, puedes plantarlo en semisombra, en una rocalla o en un sotobosque. También puedes ubicarlo al pie de un muro a la sombra, para protegerlo de la luz directa del sol.
Cultivo del ciclamen
AEl cultivo de ciclamen se lleva a cabo en verano. Comienza por aflojar la tierra de tu suelo y mézclalo con compost o tierra para macetas. Si tu suelo es arcilloso o tiene poco drenaje, pon un poco de arena. Acto seguido, haz agujeros poco profundos para colocar los bulbos con los “ojos” girados hacia arriba. La parte superior del bulbo u «ojo» es un pequeño bulto en su superficie que no debe cubrirse con tierra. Termina con un riego ligero.
Riego del ciclamen
Riega tu ciclamen entre 2 y 3 veces por semana, asegurándote de que el suelo esté seco entre 2 riegos. ¡Cuidado con el exceso de agua, que podría provocar que se pudra! Para evitarlo, deja escurrir la maceta para impedir que el agua se estanque en el plato.
Otro consejo: riega siempre la tierra, evitando mojar las hojas y las flores, lo que evitará la aparición de enfermedades provocadas por hongos.
Durante todo el período de crecimiento y floración, añade al agua de riego un fertilizante para plantas con flores una vez por semana. El período de crecimiento de una planta comienza cuando forma hojas nuevas.
Temperaturas ideales para el ciclamen
Al ciclamen le gustan las bajas temperaturas. En interior, sitúalo en una habitación fresca, con una temperatura alrededor de 16°C. El ciclamen necesita un buen nivel de humedad: lo ideal es colocar la maceta sobre un platillo lleno de guijarros de arcilla húmedos. Salvo en los periodos de heladas, instala tu ciclamen en el exterior lo antes posible. Si lo tienes en el jardín, durante los meses de verano puedes cubrir la tierra alrededor del ciclamen con un poco de paja, que te ayudará a mantener la tierra húmeda y fresca.
Cómo hacer florecer tu ciclamen
El ciclamen entra en su etapa de inactividad en verano, ya que los ciclámenes son plantas de invierno. Sin embargo, con los cuidados adecuados, conseguiremos que vuelvan a brotar a partir del otoño. Para alargar su periodo de floración, quita las flores a medida que se marchitan. Esto estimulará nuevos botones florales. Después de la floración, continúa regando hasta que las hojas se vuelvan amarillas. El ciclamen entrará entonces en una fase de reposo en la que podrás reducir gradualmente el riego.
Cuando aparezcan hojas nuevas, retira las viejas y trasplanta el tubérculo a un suelo ligero y bien drenado.
Otra ventaja de tener un ciclamen florido es que la flor del ciclamen es capaz de crear preciosos ramos de flores que puedes crear tu misma/o en casa. Pon tus flores en un jarrón lleno de agua pura y corta regularmente los tallos unos 2 cm. Tu ramo durará más.
Las enfermedades y parásitos del ciclamen
Las enfermedades y plagas atacan al ciclamen principalmente cuando las condiciones atmosféricas son cálidas y húmedas, en verano (a partir de la primavera en invernaderos).
Las enfermedades del ciclamen
El mildiú polvoroso es un hongo que los jardineros llaman “podredumbre gris”. Los síntomas son claros: aparecen manchas blanquecinas o grisáceas en toda la planta (hojas, tallos y flores). Un tratamiento a base de azufre puede arreglar la situación.
El Fusarium es otro hongo que causa enfermedades a tu ciclamen. Las hojas de la planta se vuelven amarillas y el bulbo se vuelve blando. No existe un tratamiento verdaderamente eficaz. La mejor cura es la prevención, evitando temperaturas superiores a 25°C.
Los parásitos del ciclamen
Los pulgones pueden invadir tu flor de ciclamen. Podrás eliminarlos rociando las hojas con un chorro de agua, aunque lo más eficaz es utilizar un producto hecho a base de piretro, un insecticida natural.