La magnolia pertenece a una de las especies vegetales más antiguas del mundo. Se han encontrado fósiles con 20 millones de años e incluso, se han podido identificar restos de la misma familia con más de 95 millones de años. Como en aquellas épocas aún no existían ni las abejas, las flores de este árbol, el magnolio, se desarrollaron de forma que pudieran ser polinizadas por escarabajos. De ahí su forma particular y un poco arcaica.
Conocida en China, de donde es originaria, con el nombre de “chuan how pow”, la magnolia fue introducida en Francia a comienzos del siglo XVIII por el gobernador de Luisiana que la había reunido junto a otras variedades botánicas que deseaba aclimatar. El responsable de su nombre fue el botánico Pierre Magnol, que fue el primero en describirla y clasificarla.
Las flores de magnolia son muy perfumadas. Su delicado aroma cítrico con un ligero toque de vainilla está en la base de numerosas fragancias femeninas. El aceite destilado de sus hojas se utiliza como aromaterapia para calmar la ansiedad y el estrés. Por si ésto fuera poco, sus propiedades terapéuticas se utilizan en cosmética como un aliado natural contra la celulitis.
La riqueza de la magnolia no acaba en sus flores. La corteza de su árbol, el magnolio, puede utilizarse en forma de té como digestivo y como diurético. También se usa para tratar infecciones de las vías respiratorias, resfriados o problemas bronquiales, así como reumatismo y gota. Y si realmente estás intentando dejar de fumar, en vez de morder las paredes. puedes masticar un poco de su corteza. Así calmarás la ansiedad y, aunque un poco seca, siempre estará más perfumada que la pared.