De entre todas las flores veraniegas, que son muchas, una de las más coloridas es la fucsia. Su particular color , al que da el nombre, y su forma acampanada ilumina jardines y balcones.
La mayoria de las especies de fucsia son originarias de América del Sur aunque esta planta se adapta fácilmente a la mayoría de climas.
Su cuidado depende de la zona donde se encuentre. En zonas de interior, pueden cultivarse en exterior desde la primavera, bien en macetas o en jardineras. Al llegar el frío hay que podar las ramas y llevar las plantas al interior y mantenerlas con temperatura moderada y un ambiente húmedo, lejos de radiadores y fuentes de calor . En zonas mediterráneas, sin embargo, pueden estar todo el año en el exterior, en sitios luminosos pero nunca a pleno sol. La temperatura idónea seria entre los 16 y los 21 grados centígrados. No olvides proteger la planta de las heladas.
Si quieres mantener esta preciosa flor en su mejor forma no la muevas mucho de sitio, y evitar así que se caigan sus capullos. Mantén la tierra o el sustrato siempre húmedo y fresco. Riega con abundante agua en verano y escasa en invierno. Pulveriza las flores y hojas si el ambiente es seco.
Una de las características más llamativas de esta flor, es, como apuntábamos más arriba su particular color que ha dado nombre al rosa mexicano y al magenta. «Fucsia» fue la denominación original de la fucsina, colorante artificial descubierto en 1858, que sobre lana y seda daba un color similar al de las flores de la fucsia. Este nombre, con el tiempo fue reemplazado por «magenta» en alusión a la sangre derramada en la batalla de Magenta, en Italia.
Una referencia un tanto trágica para una flor tan alegre.