Del color intenso al que da nombre, esta exótica flor se ha hecho habitual en los rincones de nuestras habitaciones. Esta exhuberante planta de interior llena de color la casa durante todo el año.
La Saintpaulia ionanthala, nombre propio de esta hermosa flor, procede de Las Usambaras, antigua zona montañosa en el norte de Tanzania, una región del África tropical única en cuanto a su diversidad biológica. Fue un conocido botánico alemán, a la postre gobernador de la zona en 1892, quien envió las semillas de estas florecillas a su padre, el barón von St. Paul-Illaire, quien a su vez las hizo llegar al director del Real Jardín Botánico de Berlín. Este las cultivó y bautizó como Saintpaulia, en honor a la familia que las descubrió. El apellido ionantha, le viene del griego ion (violeta) y anthos (flor), por su parecido a la Viola, aunque no pertenezcan a la misma familia.
Sin embargo, fueron los dueños de un vivero de Los Angeles en 1925, quienes reconocieron en estas brillantes florecillas su potencial para la decoración de interiores. Apostando fuerte compraron semillas en Europa y cultivaron mil semilleros, de los que seleccionaron y nombraron las 100 mejores plantas. Casi todas las variedades que hoy vemos proceden de aquella selección.
Las violetas africanas de hoy han cambiado bastante con respecto a sus padres de Tanzania, las flores son más grandes, las formas de los pétalos han variado sus formas, las hojas aparecen con variedad de formas y coloraciones, e incluso la gama de colores se hace cada día más extensa. Aunque el violeta es el color más común (de ahí su nombre), también las podemos encontrar blancas, rosas, rojas, azules e incluso de varios colores.
Si quieres decorar tu vida con esta preciosa planta debes colocarla en un lugar bien iluminado, evitando el sol directo. Sus flores necesitan al menos 12 horas diarias de luz, por eso las condiciones de luz artificial le sientan muy bien.
Aunque lo más habitual es que sus flores aparezcan en verano, uno de sus principales atractivos es que puede tener más de una floración al año y que ésta puede producirse en cualquier temporada. Entre cada floración se da siempre un ciclo de descanso de unas seis semanas. Una vez aparecidas las flores, de reducido tamaño, éstas irán creciendo tanto en dimensiones como en número.
Si ves que pasan los meses y no aparecen las flores puede ser que a la planta le falten nutrientes. Además, las hojas suelen ser un buen indicador de los problemas de nuestra violeta africana: si se pudren, tendremos que regarla menos; si amarillean, nos aseguraremos de que la temperatura ambiente no sea demasiado baja; si aparecen manchas, probablemente se habrá quemado por el efecto del sol.
Es muy importante también controlar la temperatura, evitando el frío, los cambios bruscos y las corrientes de aire. El riego debe ser abundante durante los meses de floración, moderándose en los ciclos intermedios. Hay que evitar mojar las hojas en el riego ya que éstas se pudren facilmente, una buena forma de regarla es colocar la maceta en un recipiente y verter sobre éste el agua. Por estas razones no pulverizar nunca las hojas. En ambientes secos conviene vigilar la aparición de pulgones y cochinillas.
Si sigues estos fáciles consejos te aseguramos que tu entorno se teñirá de una suave paz violeta.