Ultimamente vemos como el aceite de argán está adquiriendo una publicidad inusitada. Parece que el argán sirviese para todo
El argán es un árbol de ramas espinosas que crece en zonas muy determinadas de Marruecos. Su fruto tiene cáscara de color amarillo y guarda una nuez o almendras que son utilizadas para preparar el preciado aceite y que son las delicias de las cabras, que se encaraman al tronco para comerse el fruto. Este árbol también sirve de alimento a los dromedarios, a quienes les gusta saborear sus hojas.
El árbol del argán tiene una dimensión mágica que marca diferentes rituales -los llamados horoms– siguiendo las estaciones; pero también es una continua fuente de conflictos entre las diversas comunidades que pueblan la zona, dado su gran valor pero su escasez. Cada árbol produce anualmente entre 10 y 30 Kg de frutos y se necesitan 38 Kg. para producir un litro del preciado aceite que se extrae de ellos.
Los pueblos bereberes de la región del Atlas aprovechan las virtudes del aceite de argán en su gastronomía y también como cosmético. En la región de Souss, se agasaja a los invitados recién llegados ofreciendo té acompañado de aceite de argán y miel.
El aceite de argán se utiliza en la cocina como cualquier otro aceite, pero éste, al igual que el de oliva, facilita la regulación del colesterol por su alto contenido en ácido oléico. Como cosmético es particularmente hidratante y regenerante. El aceite de argán penetra rápidamente en la piel, dejándola hidratada y sin engrasar. Se puede aplicar diariamente en las uñas, cara, cuerpo y pelo.
Cuidado de la piel: aplicarlo una hora antes de la ducha.
Cuidado de las uñas: aplicar con zumo de limón antes de acostarse.
Cuidado del cabello: aplicar directamente una gota 30 minutos antes de lavarlo.
Así que, en la cocina o en el tocador, ten siempre a mano este aceite.